Maltrato

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Editorial UCA
30/03/2020

Nunca se insiste demasiado en el valor de la persona. Desde sus primeros artículos, la Constitución afirma que el Estado está al servicio de la persona humana. La religión, la filosofía, las grandes instituciones internacionales la ponen como centro de su interés, ocupación y preocupación. La misma pandemia del covid-19 ha puesto de relieve la preocupación mundial por la vida humana en general y por las personas concretas en particular. En El Salvador, frente a este desafío, se han tomado una serie de medidas preventivas tan importantes como necesarias. También se han planificado acciones que no solo atiendan adecuadamente a los afectados por la pandemia, sino que perduren posteriormente al servicio del deteriorado sistema de salud nacional. Todo eso es bueno y debe ser apoyado. Pero ello no obsta para prestar atención a las quejas sobre el modo de implementar las medidas. Y aquí es donde entra un tema fundamental: el respeto a la dignidad de las personas.

En algunos centros de cuarentena hay hacinamiento, problemas de higiene, no se les permite a los confinados salir de sus cuartos a tomar sol, no les visita ningún médico y solo una enfermera llega mañana y tarde a tomar la temperatura. Se les mantiene en esa situación de encierro durante 30 días, a pesar de que 21 serían más que suficientes. Cuando son trasladados a otros sitios, no reciben ningún tipo de información. Da así la impresión de que la única manera de retener gente que conoce el Estado es la del sistema carcelario. Por otra parte, las quejas de personas internadas en el hospital Saldaña exponen lo que solamente puede calificarse de maltrato hospitalario. Y a todo lo anterior se suma la detención arbitraria de ciudadanos por supuestamente violar la cuarentena domiciliar y el sinsentido de recluirlos en los centros de cuarentena; una situación que ha tenido que corregir la Sala de lo Constitucional.

Las cuarentenas son necesarias, así como también los albergues oficiales, y siempre han sido claras las deficiencias del sistema de salud. Pero la lucha contra el covid-19 no justifica maltratar a las personas. Ni los enfermos, ni los que deben guardar cuarentena son delincuentes. El trato humano resulta indispensable en medio del miedo, cuando no terror, que la epidemia ha generado. La OMS define la salud no solo como ausencia de enfermedad, sino también como un estado de completo bienestar físico, mental y social. En este sentido, las cuarentenas deben cuidar no solo la salud física, sino también la mental y la social. Evitar el lenguaje amenazador o generador de miedo, apoyar la salud sicológica de quienes pasan cuarentena y animar y promover la cooperación social es tarea de todos, pero especialmente del Estado, que tiene a la persona como fundamento de su ser y actuar.

El camino emprendido por El Salvador para prevenir y combatir el covid-19 es bueno a nivel estructural. Sin embargo, resulta necesario revisar los modos concretos de llevar a la práctica las decisiones a fin de que la población reciba en todo momento un trato humano por parte de las autoridades. Sería trágico que buenas decisiones y planes queden desvirtuados por el maltrato a las personas.

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Cassia
30/03/2020
17:35 pm
Nada justifica el maltrato a las personas.
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