El 30 de junio, en el Auditorio “Segundo Montes, S.J.”, se llevó a cabo la Cátedra de Realidad Nacional con el tema “La situación económica del país. Perspectivas”. Para tener un panorama completo, y analizar y debatir desde dos puntos de vista diferentes sobre la problemática económica, se invitó a Álvaro Trigueros, director de Estudios Económicos de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades); y Mario Montesino, jefe del Departamento de Economía.
En la primera parte de la Cátedra, los ponentes expusieron las que a su juicio son las principales causas de la crisis económica actual. Trigueros se centró en la situación fiscal y el mal manejo de las finanzas del Estado, que generan una deuda pública “incontrolable”, agudizada por el lento crecimiento económico y la baja inversión. Estos dos últimos elementos, explicó Trigueros, son “los síntomas” de un problema económico que se busca aliviar con programas de corto plazo. “Por ejemplo, hay subsidios para todo el mundo. Eso resuelve el problema del consumo, pero no el del empleo. No genera riqueza (...). Hay un problema de clientilismo político que presiona a que exista un aumento en el gasto público, pero no soluciona los problemas de fondo”, aseguró.
De acuerdo al representante de Fusades, partiendo de que la duda pública alcanzó en 2015 el 61.3% del PIB, las proyecciones indican que en 2020 llegará al 70% y al 82% en 2025. “La deuda ahoga el presupuesto público”, dijo. La principal razón de este crecimiento sería la deuda de corto plazo, “la tarjeta de crédito del Gobierno”, de la cual se han obtenido 2,400 millones de dólares que no estaban presupuestados. En este sentido, el Gobierno elaboraría “un Presupuesto falso, mentiroso”. El economista mencionó como ejemplos de esto la sobreestimación de los ingresos proyectados y la subvaloración de algunos gastos, como el subsidio a la electricidad. “El Estado no tiene dinero y lo dicen ellos mismos. ¿Y cómo van a tener si hacen mal el Presupuesto?”, cuestionó el economista.
Para Montesino, el problema económico se debe abordar desde una visión estructural, con énfasis en el ser humano y la distribución. “El Estado no es un sector productivo, tiene que sostenerse en una base material”. A partir de esta premisa, planteó una serie de propuestas para potenciar el crecimiento económico y el desarrollo. Una de ellas es elevar la participación de la población trabajadora en la distribución de ingresos. Para ello, aseguró, “se requieren importantes inversiones en el ser humano”, con el fin de garantizar las “condiciones de existencia”: seguridad, salud, salario, educación, empleo, inversión social, entre otros. A su juicio, “si se hacen las inversiones adecuadas en el ser humano (...), se alcanza un eficiente crecimiento y desarrollo”. Montesino dijo que de haberse realizado este tipo de inversión en 2006, la economía hubiera crecido entre el 10% y el 15%; o de haberse hecho a inicios de los noventa, actualmente El Salvador tendría un producto per capita similar al de Costa Rica.
Otra de sus propuestas fue potenciar el surgimiento de un nuevo sector empresarial. Respecto a este punto, Montesino afirmó que “hay una economía desarticulada”, sin proporcionalidad. Este problema se observa desde 1990, cuando se registró una desproporción en el crecimiento de los sectores productivos del país, que generó una distorsión en la economía: la “terciarización”. Ello explica que la actividad del sector terciario (comercio, intermediación financiera, bancos, etc.) haya representado en 2014 el 60% PIB, mientras que el secundario (industria) se estancó y el primario (agricultura) mantiene una tendencia al declive. “Esto es el resultado de un enfoque en el lucro (...). La élite empresarial no hace la inversión adecuada en las fuerzas de trabajo ni permite la proporcionalidad de la economía”.
Según Montesino, dicha élite “ha precarizado el empleo y estancado los salarios”, lo que se ha traducido en una clara pérdida de la capacidad adquisitiva. Y lo ilustró así: de los noventa para acá, el salario cubre tres cuartas partes de la canasta básica; a finales de los setenta, la cubría de sobra y la productividad tenía un mejor desempeño. Para el jefe del Departamento de Economía, la gran empresa privada ha mermado las capacidades redistributivas de la política fiscal del Estado a través de la evasión del impuesto sobre la renta y la apropiación indebida del IVA, que asciende a 1,500 millones de dólares y que representa más del doble del crecimiento que el país experimentó (240 millones) entre 2014 y 2015.
“Estos recursos dejan de llegar al Estado; con estos podríamos establecer la proporcionalidad que nuestra economía requiere para generar un crecimiento más alto, y no estarnos preocupando por las cuentas del Estado, porque tendríamos capacidad para sostenernos (...). El Estado no puede producir esa base material, pero debe recolectarla, y en esa recolección tiene serios problemas”, apuntó Montesino.