Cumplir las horas de servicio social, 600 en el caso de la UCA, es un requisito indispensable para egresar de cualquier carrera de pregrado. Los alumnos se involucran en proyectos internos, apoyando el trabajo de unidades y departamentos; y en externos, sirviendo a comunidades, parroquias, cooperativas y organizaciones.
Solo en 2014, 1,333 estudiantes participaron en 290 proyectos externos de capacitación y asesoría técnica, comunicación, derechos humanos y asesoría jurídica, educación, formación teológica y pastoral, fortalecimiento institucional, investigación, infraestructura, apoyo administrativo y psicológico.
De acuerdo a Óscar Arias, coordinador de servicio social en temas de infraestructura, a pesar del carácter de obligatoriedad de las horas sociales, “en el camino, los estudiantes entienden la importancia que tiene esta actividad en su formación”, porque descubren sus capacidades y habilidades.
Para la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, por la naturaleza de las carreras, los proyectos externos implican trabajo técnico, de campo y multidisciplinar (grupos de estudiantes de arquitectura y de las diferentes ingenierías en un mismo proyecto). Esta dinámica les permite compartir directamente con los beneficiarios y tener el apoyo de profesores asesores, que revisan, evalúan y aprueban las propuestas técnicas, para garantizar su viabilidad.
Entre los proyectos realizados en 2014 por estudiantes de Arquitectura y de Ingeniería Civil están el diseño del santuario para la Virgen de Fátima en el cerro de Las Pavas (Cojutepeque), que implicó tomar en cuenta aspectos más allá de lo técnico, como elementos culturales y religiosos, que en este caso eran fundamentales para la contraparte beneficiada; y una propuesta para la construcción de un parque ecológico en San Juan Talpa, que será un espacio de esparcimiento para la comunidad. Este último proyecto aún está en desarrollo.
Siempre en el área de infraestructura, se ha comenzado un trabajo con la Secretaría de Cultura para rediseñar y elaborar un diagnóstico de la situación eléctrica en doce Casas de la Cultura, ubicadas en Jucuapa (Usulután), Nueva Guadalupe (San Miguel), San Francisco Gotera (Morazán), Verapaz (San Vicente), Chinameca (Usulután), Tejutla (Chalatenango), Caluco (Sonsonate), El Divisadero (Morazán), Jiquilisco (Usulután), Chalchuapa (Santa Ana), Apastepeque (San Vicente) y Acajutla (Sonsonate).
Estudiantes de Ingeniería Eléctrica y de Arquitectura ya entregaron un primer diseño, en el que detallaron las especificaciones técnicas para techos, acabados, acceso para discapacitados, bioclimatización, mobiliario, redistribución de espacios, planos eléctricos, etc. Lo que se busca, explica Arias, es que los alumnos hagan “propuestas completas, dignas, y que la creatividad y la iniciativa estén presentes”.
También se apoya con proyectos como el que se llevó a cabo con la Asociación de Desarrollo Comunal de la isla de Méndez (Adescoim), en el Bajo Lempa. La comunidad está interesada en proponer a los responsables del Fomilenio II ideas que puedan contribuir al desarrollo económico de la isla. Así, estudiantes de Ingeniería Química elaboraron un diagnóstico y propusieron crear a base de mango, fruta que abunda en el lugar, chutney (salsa agridulce para acompañar carnes y diferentes comidas), sorbete, jugo y dulce confitado, así como jalea de piña. Asimismo, se entregó un análisis sobre el envasado de agua de coco. Este último trabajo será retomado por estudiantes de Ingeniería Industrial, que se harán cargo del diseño de la planta de envasado para la isla.
En el área de la industria y el análisis de procesos, se desarrolló un proyecto en un beneficio de café administrado por una cooperativa, en Santa Adelaida, Comasagua. En este caso, estudiantes de Ingeniería Industrial hicieron una auditoría del proceso de tostado de café, para proponer mejoras, y evaluaron aspectos de higiene y seguridad ocupacional.
Otra de las instituciones a las que se ha apoyado es el Hospital Nacional Dr. Jorge Mazzini, en Sonsonate. Actualmente, estudiantes de Ingeniería Mecánica están elaborando una propuesta de mantenimiento de aires acondicionados para reducir costos. Este proyecto es asesorado voluntariamente por un exalumno UCA.
Antes de cualquier proyecto, el Centro de Servicio Social evalúa las solicitudes de las organizaciones y comunidades, para determinar si la UCA puede técnicamente aportar soluciones concretas y luego hacer las gestiones con los departamentos, que apoyan con sus profesores y equipo tecnológico. Otro aspecto fundamental es el acompañamiento de las contrapartes beneficiadas, pues se pretende que los alumnos compartan y escuchen a la gente.
“Es importante que el estudiante tenga ese contacto con la realidad; es la realidad la que les interpela, que in situ les pide que pongan en práctica lo que han aprendido en la academia”, dice Arias.
Al salir, ver y conocer la situación de las comunidades y las organizaciones, se forman, de acuerdo a Arias, estudiantes con una visión diferente de su rol como profesionales. “De nada sirve tener a gente con conocimiento que no son capaces de ser asertivos y tener lo mínimo para relacionarse con las personas; hay que desarrollar la parte humana”, precisamente lo que se busca con el servicio social.