¿Ha muerto la izquierda partidaria?

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Carlos Hernández
20/11/2020

El 28 de octubre pasado, Luis Arce, del partido Movimiento al Socialismo (MAS), fue proclamado oficialmente como presidente electo de Bolivia. YSUCA Noticias retomó unas declaraciones que Arce realizó en tono de autocrítica hacia su partido. Estas declaraciones  bien podrían aplicarse a otros partidos de izquierda cuando han llegado a espacios de poder. Arce aceptó  que las organizaciones sociales y liderazgos importantes del  MAS no fueron tomados en cuenta en el gobierno anterior de dicho partido. Para corregir esa situación, Arce prometió “incluir en la gestión y la toma de decisiones a ciertos sectores de la sociedad que consideramos importantes: los profesionales, los jóvenes. Queremos ser una versión 2.0, más inclusiva. De esta manera, el MAS creará constantemente nuevos liderazgos, nuevas figuras, se renovará a sí mismo, manteniendo los principios del partido”.1

En Chile, también a finales de octubre, en el plebiscito nacional triunfó la opción que aprueba la redacción de una nueva Constitución, lo que implica derogar la heredada por la dictadura de Pinochet, quien fue apoyado en su sangriento gobierno por Estado Unidos, admirado por sectores de derecha en El Salvador y de otros países latinoamericanos. Aunque se rechazó la participación de partidos políticos en la redacción de la nueva Carta Magna, en la izquierda partidaria este hecho se celebró porque expresa una derrota para las derechas en la región. 

Antes de octubre, el panorama en América Latina indicaba el poco o nulo protagonismo de las izquierdas en el cóctel de partidos que ofrece la democracia representativa. Este poco protagonismo es aun más notorio debido al auge de gobiernos derechistas en donde antes había triunfado la izquierda partidaria (Brasil, Ecuador, Uruguay o El Salvador entre otros). El factor que más peso tuvo para el retorno de los gobiernos de derecha, no es tanto la corrupción de los gobiernos de izquierda, sino más bien, el incumplimiento de la mayoría de las promesas que ofreció la izquierda partidaria: el cambio de raíz de estructuras injustas del orden socio-económico, es decir, atacar la causa última de las distintas expresiones de violencia y de la precariedad de vida que afecta a las mayorías.

El poder, cuando no se controla, ofrece un estilo de vida cómodo, que lleva a olvidar compromisos vitales que van más allá de campañas electorales. Si a eso se suma que el ejercicio del poder político otorga acceso a grandes cantidades de dinero a personas que, independientemente de su ideología (inclusive de izquierda), tienen interiorizado el principio capitalista que establece que vale más quien tiene más, se puede llegar a un ejercicio del poder que se aleje del mandato político de una verdadera izquierda y que se acerque más a la exigencia de acaparar la mayor cantidad de riquezas para ser considerado alguien con éxito. He aquí la traición por antonomasia de los ideales de izquierda.

Romper con este fenómeno no es un trabajo menor. Requiere un esfuerzo diario para no caer en ese mal que la historia reciente ha demostrado que está muy arraigado en el ejercicio del poder político. Además, implica una autocrítica a fondo al interior de las estructuras partidarias de la izquierda –e incluso de los movimientos sociales– y que, a veces, no se hace apelando a la disciplina.

Con respecto al FMLN salvadoreño, no basta con pedir perdón2. Se deben procurar cambios sustanciales en sus estructuras, liderazgos y formas de actuar de quienes aún tienen poder o aspiran a tenerlo en 2021. La gran lección, luego de estar diez años en el gobierno, donde se implementaron algunos programas sociales exitosos desde el punto de vista de la asistencia social, es que se debe tocar a fondo esas estructuras socio-económicas de este sistema imperante. El éxito electoral se vuelve desabrido para la izquierda si de ahora en adelante no se hacen transformaciones profundas que promuevan una vida moderada en armonía con la búsqueda de una sociedad justa, que asegure la existencia digna de toda la población.


* Carlos Hernández, docente del Departamento de Filosofía. Artículo publicado en el boletín Proceso N.° 23.

 

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Referencias

1. Ver nota completa en http://ysuca.org.sv/2020/10/22/luis-arce-evo-morales-ya-no-preside-bolivia-soy-yo-quien-va-a-gobernar/

2. Tal como lo hiciera el secretario general Oscar Ortiz el pasado 10 de octubre.

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