“La divinización social del individuo, inaugurada por el liberalismo burgués, conduce a la divinización social del Estado y de la masa anónima encarnada en un Amo, que ya no es un jefe normal, sino una especie de monstruo inhumano cuya omnipotencia reposa sobre el mito y la mentira: y al mismo tiempo el liberalismo burgués le abre campo al totalitarismo revolucionario”.
Jacques Maritain
La derecha salvadoreña no solo ha sido hegemónica durante los últimos 200 años sino que ha sido astuta para “cambiar de piel” cuando ha sido necesario mantener los privilegios de la clase dominante, llámese oligarquía económica tradicional o emergente. Este “cambio de piel” ha adoptado diferentes formas: los fraudes electorales, la imposición de dictaduras, los golpes de Estado y el golpe “suave” como el ejecutado por el presidente Nayib Bukele y sus diputados el 1 de mayo de 2021 cuando tomó el control de la Fiscalía (FGR) y reemplazó a los miembros de la Sala de lo Constitucional de la CSJ. Si bien la derecha ha cambiado de piel, lo que siempre se ha mantenido constante -en estos 200 años- es la exclusión política de la mayoría de la población y de los considerados opositores al régimen de turno, la desigualdad social, los altos niveles de pobreza, la elevada migración irregular, los bajos niveles en educación y cuidados de salud, el acelerado deterioro ambiental, entre otros.
La existencia de las maras o pandillas son el mejor ejemplo de la exclusión social ocasionada por los modelos económicos implementados por la derecha: el neoliberalismo actual y la voracidad del capitalismo financiero. Como bien dicen D. Miranda y R. Reserve en su reciente artículo en ECA1: “Se ha podido observar que ha habido una metamorfosis a lo largo de la historia política del país, pasando de una derecha más esquemática y predecible a una que se caracteriza por una ambigüedad y una amorfa ideológica tales que vuelven difícil cualquier prospectiva sobre su rumbo y su orientación programática en el largo plazo”.
La llegada de Bukele al poder en el 2019 representa el nuevo “cambio de piel” de la derecha tal como sucede con las serpientes que mudan la piel para limpiarse de parásitos, sanar de posibles heridas, deshacerse de viejas escamas y facilitar su crecimiento. Como bien diría J. Maritain ya ahora las masas salvadoreñas se han encarnado en un nuevo amo que basa su omnipotencia en el mito, la mentira y se protege a sí mismo con una coraza militar. Al respecto, Bukele anunció semanas atrás que incrementará el tamaño del Ejército con la incorporación de 20 mil soldados. Ahora, el discurso de la lucha contra el comunismo, usado por la derecha por más de 30 años, ha sido sustituido por el discurso de la lucha contra “los mismos de siempre”, promovido por Bukele y su maquinaria propagandística. La idea es siempre la misma: distraer y engañar al electorado para que tome partido en el nuevo conflicto y terminen apoyando y sometiéndose al líder de turno. La nueva serpiente, si vale la comparación con las Nuevas Ideas de Bukele, es más voraz para “comerse” los recursos económicos del Estado y los pocos bienes naturales del país: basta con observar los altos niveles de endeudamiento del país en apenas dos años de gobierno, las concesiones de recursos públicos a empresas a través de asocios público-privados, las aprobación de proyectos urbanísticos y de infraestructura de alto impacto ambiental -principalmente en las fuentes de agua y contaminación de ríos- y la entrada en vigencia del uso del bitcóin que facilita el movimiento y acumulación del capital de la oligarquía tradicional y emergente.
La “nueva serpiente” no oculta su voracidad por acumular las ganancias derivadas del envío de las remesas que hacen los salvadoreños que residen en el exterior, mientras pone a la población a soñar con mejorar su economía si participan en la lotería del bitcóin. Para tal fin, el gobierno de Bukele ha dedicado al menos 200 millones de dólares para este proyecto. No hay que olvidar que Bukele ha despedido a miles de salvadoreños que trabajaban en la administración pública, ha recortado los programas sociales, ha obstaculizado el trabajo de las oenegés que realizan obras de desarrollo y ha suspendido la transferencia de fondos a las municipalidades destinados para el desarrollo de proyectos de infraestructura en comunidades y cantones. En resumen, mientras la derecha crece y luce nueva piel, las mayorías siguen siendo excluidas y engañadas con el discurso de que forman parte de una lucha ficticia contra “los mismos de siempre”.
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Referencias
1. Publicación en ECA 765 del 2021: “Las metamorfosis de la derecha salvadoreña: de la certidumbre programática a la amorfia ideológica”.
* Artículo publicado en el boletín Proceso N.° 59.