Hay comparaciones saludables; otras, enfermizas. Las primeras están enfocadas en la emulación de aquello que funciona bien en otros e impulsa a mejorar. Las segundas, a ensalzarse personalmente a costa de los demás. El Gobierno de Nayib Bukele tiene en estas últimas uno de sus principales recursos discursivos. El Salvador, dice, fue el primer país del mundo en prohibir la entrada de personas provenientes de China, Italia e Irán; el país que construirá el hospital más grande de América Latina para atender casos de coronavirus; se está haciendo la entrega más grande de la historia de semillas para la siembra; se está remodelando el sistema de hospitales como nunca nadie lo hizo… La estrategia parece ser la del pavo real: inflarse para esconder las debilidades. Pero estas afloran cuando se observa la realidad.
El Salvador destaca en la región por construir más lentamente y a mayor costo (70 millones de dólares) un hospital para atender la enfermedad. Costa Rica acondicionó una estructura ya existente para crear el Centro Especializado de Atención de Pacientes con Covid-19, con capacidad para tratar a 88 personas. Su adecuación demoró 11 días y en ello invirtió 16 millones de dólares. México, además de otros hospitales, levantó en la capital un hospital de campaña en 21días, con capacidad para 854 camas, gracias a la donación de empresas mexicanas con la coordinación del gobierno de la ciudad y la UNAM. Panamá, el país más golpeado por la pandemia en el istmo, construyó el Hospital Integrado Panamá Solidario, con capacidad para 100 camas (80 generales, 20 UCI), en 28 días a un costo de $6.9 millones. Por su parte, Guatemala adecuó en la ciudad capital, en 3 días y por menos de 800 mil dólares, el hospital temporal Parque de la Industria, con capacidad para 319 camas (48 UCI).
En cuanto a disponibilidad de recursos económicos para atender la emergencia, a pesar de ser el más pequeño y que otros países estaban en peores condiciones antes de la pandemia, El Salvador ocupa el puesto número uno de Centroamérica. De acuerdo al Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales, nuestra nación es la que más ha aumentado el gasto público. Como porcentaje del producto interno bruto, Costa Rica ha incrementado su gasto entre 0.36% y 0.38%; Guatemala, entre 2.26% y 2.30%; Panamá, entre 6.36% y 6.78%; y Honduras, entre 9.64% y 10.16%. El Salvador lo ha hecho en un 11.1% y 11.7%. El endeudamiento de nuestro país alcanzará, de gestionarse todos los fondos autorizados, niveles sin precedentes; endeudamiento que pesará como una losa sobre las espaldas de generaciones de salvadoreños.
Por otra parte, El Salvador es el único país de la región que, como medida única, priva de libertad por 30 días a quienes violan la cuarentena domiciliaria. En Guatemala, según la legislación aprobada, se lleva a las personas a un juzgado de paz, que impone las sanciones establecidas en el Código Penal: desde multas que varían según la capacidad económica del retenido hasta el encarcelamiento, como medida extrema. Algo similar sucede en Costa Rica, donde las sanciones son graduales e impuestas por las autoridades de salud: desde multas económicas hasta, en casos de reincidencia, prisión. Honduras y Panamá sancionan con 24 de horas de retención, obligando a realizar servicios comunitarios públicos, como limpiar calles.
Quien compara debe estar abierto a la otra cara de la moneda, no solo a la que le beneficia para autocelebrarse. Frente a la epidemia de covid-19, lo realmente importante es que las medidas implementadas respondan a la realidad de nuestra sociedad y de su gente. Las comparaciones megalómanas no curan ni le quitan el hambre a nadie.