Los mártires hoy

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Editorial UCA
19/11/2025

En cada aniversario de los mártires de la UCA, su memoria y legado convocan a miles de personas, tanto nacionales como extranjeras, que acuden a la Universidad para recordarlos y rendir homenaje a su compromiso con la construcción de un mundo mejor. A los mártires se les conmemora en la fecha de su injusta muerte, con la conciencia de que ese final fue el resultado de la vida que eligieron vivir. En ese marco, el aniversario de este año ha estado inevitablemente unido al reciente fallecimiento de dos jesuitas muy queridos, el padre José María Tojeira y el padre Rafael de Sivatte, quienes supieron encarnar el legado de los mártires y hacerlo parte fundamental de la identidad universitaria de la UCA.

Cuatro décadas después de la masacre en nuestro campus, la situación del país cada vez se asemeja más a la que les tocó enfrentar a Elba, Celina y los seis sacerdotes jesuitas. Los mártires vivieron en medio de un pueblo mayoritariamente empobrecido, víctima del miedo y del horror de la guerra, en un tiempo en que la justicia solo mordía a los descalzos. Hoy sigue habiendo muerte, injusticia, desigualdad. Los fallecidos en los centros penales se cuentan ya por cientos; sin embargo, parece recibir más atención gubernamental el cuidado de perros y gatos que el esclarecimiento de esas muertes. Como antes, los más vulnerables y excluidos siguen siendo las principales víctimas de las decisiones de los poderosos y de la indiferencia social.

Según las últimas estimaciones, casi dos millones de salvadoreños son pobres, más de 600 mil se debaten en la extrema pobreza, y todo parece indicar que el número de los que viven precariamente seguirá creciendo ante el incremento del costo de la vida y la falta de protección social. Peor aún, no se hace nada estructural para aliviar su situación. Al contrario, a los pobres se les mantiene fuera de la vista pública; se ha prohibido la presencia de vendedores callejeros y se ha negado permiso al reparto de café y pan a los indigentes que pernoctan a la intemperie en las calles aledañas al centro histórico de la capital.

En parte por esta similitud del contexto, la conmemoración del aniversario es cita obligada para quienes buscan luces para el presente. Ellacuría y sus compañeros son ejemplo de búsqueda incansable de la verdad, de compromiso irrenunciable con la justicia y de capacidad de generar y transmitir esperanza. Sus vidas se recuerdan porque son un aliciente para aportar dignidad a la sociedad y luchar por la justicia.

La ausencia de justicia erosiona los derechos y limita la posibilidad de resolver los conflictos conforme la ley; sin justicia, la corrupción florece y se multiplica. Pero precisamente por no haber hoy institucionalidad que vele por los derechos humanos, los mártires son un ejemplo que fortalece y anima al compromiso por defenderlos. La UCA recibió, y sigue recibiendo, vida de ellos. El testimonio de estas mujeres y hombres valientes anima a no guardar silencio frente a los abusos imperantes y brinda esperanza en que una sociedad más humana, más participativa y más justa es posible.

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