El Romero universal

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Los católicos nos sentimos, en general, contentos y orgullosos por la beatificación de monseñor Romero. De hecho, proclamar santo a una persona es una manera de considerarlo ejemplar, heroico desde la perspectiva cristiana de fe y seguimiento de Jesucristo. Pero también podemos, con toda razón, verlo como modelo de humanidad. Un modelo de humanidad para sociedades en crisis, que une al mismo tiempo sensibilidad social, opción por los más débiles, honestidad intelectual, coraje y valentía, capacidad de diálogo, coherencia personal y búsqueda y testimonio de la verdad.

No en vano Naciones Unidas ha declarado el 24 de marzo como Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas. Aún más, a partir del 23 de mayo, monseñor Romero se convertirá no sé si en el único, pero sin duda en uno de los muy pocos santos de la Iglesia católica con un día internacional consagrado por la ONU tanto a sus ideales como a su memoria. Modelo de vida para los cristianos y modelo de ideales y lucha para la humanidad. Modelo de amor cristiano y modelo de solidaridad universal con las víctimas y sus derechos.

Esta doble realidad de monseñor Romero lo pone en la estela de esos cristianos universales que se unen a Jesús de Nazaret no solo en lo eximio del seguimiento, sino en la dimensión modélica universal. Aunque la santidad ha sido abundante en las iglesias cristianas, no han sido muchos los que han logrado esta especie de aceptación universal y dimensión simbólica abierta a todos los pueblos. Francisco de Asís, con toda su dimensión de paz, de reconciliación con todo lo creado, con su cariz anticipadamente ecológico, ha sido y es uno de esos grandes santos universales. Lo mismo podemos decir de Martin Luther King, que, más allá de su pertenencia a otra denominación cristiana, es un verdadero mártir con una dimensión universal. Y en ese sentido, podemos decir que monseñor Romero nos ofrece, en su modelo de santidad, una de las dimensiones más tradicionales y, a la vez, más renovadoras de la fe cristiana.

En efecto, la santidad cristiana no puede separarse de la de Jesús, el Cristo. Él es simultáneamente el modelo de vida absoluto para los cristianos y un modelo de humanidad reconocido universalmente. Jesús anunciaba al mismo tiempo la transformación personal y la venida de un Reino nuevo en el que la fraternidad y la alegría de ser hermanos superarían toda contradicción humana. Y concentraba esa transformación personal y social en un nuevo modo de relacionarse humanamente, en el que el desnudo, el hambriento, el enfermo y el marginado social se convertían en el centro del cuidado y del servicio amoroso. En un mundo que continúa produciendo víctimas, y en un país como el nuestro, victimizado por una historia de desigualdad, opresión y violencia, monseñor Romero se alzó como voz profética y liberadora desde la misericordia, ternura y firme solidaridad con las víctimas de la historia.

El hecho de que se fuera a vivir al Hospital de la Divina Providencia, junto a los enfermos terminales de cáncer más pobres del país, muestra la dimensión solidaria de este extraordinario obispo. Y visibiliza, además, la motivación de fondo de toda su fuerza profética. Nuestro mártir no denunciaba por tener una ideología particular o un determinado pensamiento político; clamaba ante la conciencia humana desde su profunda compasión y ternura hacia el que sufre. Mantenía la misma cercanía humana ante el canceroso y ante la víctima de la represión, ante el enfermo terminal angustiado y ante la madre dolorida que ni siquiera podía recoger los restos de su hijo masacrado y desaparecido. Y es precisamente ese sentido de humanidad permanente ante el que sufre, sea cual sea la causa, lo que le universalizó. Se hizo famoso desde su defensa de los pobres, que lo convirtió en “voz de los que no tienen voz para defender sus derechos”. Fue ese sentimiento interior solidario y lleno de ternura, humano y cristiano simultáneamente y hasta el tuétano, lo que le dio la fuerza y el coraje para convertirse en profeta de justicia.

Quienes quieren atacar o pretenden disminuir la figura de monseñor Romero acostumbran acusarlo de parcialización. Pero no caen en la cuenta de que en un mundo dividido, en el que se desprecia al pobre y se olvida la dignidad absoluta de la víctima, la única manera de ser universal es optando por la defensa del que sufre. Está claro en el Evangelio y se aprecia igual desde la doctrina de los derechos humanos. Es real desde los sentimientos más íntimos de familia y fraternidad, religiosos o no, como también desde la lógica de una razón que ve al ser humano como una misma especie vulnerable y dependiente de su sociabilidad para poder sobrevivir.

Sobre las falsas percepciones, sobre las acusaciones interesadas, sobre los miedos infundados se ha impuesto al fin lo que muchos hubiéramos deseado que hubiera sido primero: el reconocimiento de su ejemplaridad y universalidad. Muchos lo dijeron desde el principio. Ellacuría insistiendo en que “con monseñor Romero pasó Dios por El Salvador”. Monseñor Rivera impulsando el comunicado de la Conferencia Episcopal, que decía: “Por ser fiel a la verdad, cayó como los grandes profetas entre el vestíbulo y el altar”, e introduciendo su causa de beatificación. Hoy, después de muchas vueltas, con el Día Internacional del Derecho a la Verdad y con la fecha señalada de su beatificación, podemos alegrarnos en el día conmemorativo de su martirio diciendo que este san Romero de América camina ya en todo el mundo como un peregrino vivo, Romero de la paz y la justicia, Romero universal.

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Anónimo
28/03/2015
18:56 pm
Gracias P. Tojeira por sus palabras,Le copio \"Nuestro mártir no denunciaba por tener una ideología particular o un determinado pensamiento político; clamaba ante la conciencia humana desde su profunda compasión y ternura hacia el que sufre\".Eso debemos proclamar de El, y no hacerlo politico.
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Anónimo
27/03/2015
10:55 am
Bendito sea Dios, quien \"ha revelado estas cosas a los humildes, y no a los sabios ni discretos\". Me alegra la beatificación de Monseñor Romero porque 1.- Hasta los académicos ateos -sociólogos, politólogos, filósofos, reconocerán rendidos ante la presión de grandes pensadores de la ONU, la importancia del legado, escritos, y ejemplo de San Romero. Y con ello reconocen, sin quererlo, la existencia del Espíritu Santo (la Trinidad) y la profecía viva en los frutos de San Romero. A todos estos ateos les digo, con respeto y \"aprecio\" que \"cuando Dios manda, hasta el diablo obedece\"...ja!). 2.- Que se incrementarán las visitas a los psicólogos(as), o a los confesores, de parte de \'viejas ricachonas\', sacerdotes e hijos de asesinos militares que no duermen tranquilos y se preguntan ¿Por qué siento \'esto\' en mi interior? ¿Por qué ha beatificado la Iglesia, y enaltecido la ONU, a quien he considerado un cura subversivo? El tiempo de Dios está cerca...all
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Anónimo
26/03/2015
18:55 pm
La universalidad debería de ser la marca de todos los llamados cristianos, el mismo adjetivo católico significa universal. Pero la universalidad viene dada en el caso de Romero que la Doctrina Social de la Iglesia, en Medellin y Puebla, expresa valores \"universales\" para ordenar la sociedad latinoamericana. En ese sentido no solo es Universal, sino Pertienente y tremendamente actual, mientras persistan situaciones de injusticia social. Al nombrarlo santo hay una reparación moral de su integridad, pero falta la justicia terrenal, un asesinato que ha quedado impune cuyos asesinos son los mismos de miles de víctimas. Al mismo tiempo se erige como modelo de Iglesia y modelo de sacerdote. Cuantos sacerdotes no se ordenaron en El Salvador porque Saenz Lacalle no autorizaba su ordenación porque habían estudiado en el Centro Mons. Romero de la UCA? Todavía quedan cosas por hacer pero ya es un paso significativo la beatificacion.
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Anónimo
26/03/2015
09:55 am
Muy buena publicasio , Solo una pequeña queja pudiesen hacer la web rewposive pues leer en el móvil es un poco costos
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