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“No vale decir ¡Sálvese quien pueda con tal de que a mí me vaya bien! Nos tenemos que salvar en racimo, en mazorca, en matata, o sea en comunidad”
Beato Rutilio Grande
1. A nivel político
La semana pasada fue dura para el país: la Asamblea Legislativa aprobó la figura del “agente encubierto digital” que no es más que la “legalización” del espionaje hacia los considerados opositores políticos al régimen del presidente Bukele. La bancada oficialista también intentó acabar con la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) para eliminar los mecanismos de rendición de cuentas a la población y la Fiscalía General de la República (FGR) informó que fueron 26 los cadáveres encontrados en la fosa clandestina de Nuevo Cuscatlán, un hecho gravísimo sobre el cual no se ha pronunciado el presidente, pues dejaría en evidencia el fracaso de su inexistente Plan de Control Territorial. En el ambiente político todo apunta a que Bukele continúa su proceso de eliminar y silenciar las voces colectivas e individuales que no se alineen al pensamiento único que desea imponer, basado en la exaltación del poder y fuerza militar de su liderazgo. Para los gobiernos autoritarios, la virtud ciudadana (colectiva) carece de sentido y es más bien la causa de todos los males. Por eso no es extraño que, en la misma semana, la ministra de Educación, Carla Hananía, también haya arremetido con amenazas en contra de los sindicatos de maestros que marcharon a Casa Presidencial en protesta por las recientes disposiciones para contratar a nuevos maestros en el sistema educativo público.
Al final, Bukele quiere lograr la atomización de la oposición política siguiendo muy de cerca al pensamiento político de Maquiavelo para quien el protagonista de la historia no es un sujeto colectivo, sino que es el Príncipe. Ahora es más importante que nunca -en la historia del país- el robustecimiento de la organización social tal como lo expresaba nuestro beato Rutilio Grande: “No vale decir ¡Sálvese quien pueda con tal de que a mí me vaya bien! Nos tenemos que salvar en racimo, en mazorca, en matata, o sea en comunidad”. La respuesta masiva en las redes sociales con el hashtag #OrgulloUCA ante el infame ataque de la Comisión Especial de la Asamblea Legislativa que investiga los fondos otorgados a ONG en contra de la UCA indica claramente que la comunidad salvadoreña está viva y que aprecia y valora la contribución de la Universidad a la transformación de la sociedad en favor de los pobres de este país.
2. A nivel económico
Bukele encarna muy bien el oportunismo y el uso de quien esté enfrente para consolidar su autoritarismo. Así, se ha subido sobre los hombros de fanáticos del bitcóin (como el CEO de BlockChain) para imponer una política económica al pueblo que busca hacer del egoísmo individual y de la ambición por el dinero fácil el motor de la superación personal y de la sociedad. También el presidente utiliza el dinero de China para mostrar ante sus seguidores algunas obras públicas innecesarias, pero que alimentan la ilusión de progreso y de culto al líder en la población. Bukele no cae en cuenta de que el modelo neoliberal produce resultados inhumanos y aumenta la desigualdad social: solo en el año 2021 el número de migrantes salvadoreños detenidos en la frontera sur de EE.UU. llegó a 98,690, cuando en el 2020 fue de 17,165.
Ante esta realidad, la única solución que el presidente ha ofrecido a la población ha sido la profundización de un modelo de economía neoliberal que obliga a la adopción del bitcóin, mientras destruye los programas sociales enfocados en la justicia distributiva y social y, a su vez, desarma la contribución de las organizaciones sociales que trabajan en el territorio con los pobres y marginados por el modelo capitalista neoliberal. Con la Ley Bitcoin quedó en evidencia que para Bukele el pueblo no decide sobre su destino, si no que es él quien decide por el pueblo.
* Artículo publicado en el boletín Proceso N. 77.
