Para tomar nota

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Editorial UCA
06/12/2017

Estamos prontos a iniciar el proceso para elegir diputados y gobiernos municipales. Pero la población se muestra escéptica y con poco interés en participar. Y una baja participación en los procesos electorales no es buena noticia ni le hace bien a la democracia; por el contrario, la debilita y desnuda sus limitaciones. Cuando la participación es baja, los resultados no representan a la mayoría, sino al voto duro, a la militancia de cada uno de los partidos políticos en contienda. No cabe duda de que esta falta de interés se debe al desencanto producido por la actuación de los partidos políticos, que no encuentran el camino para conectar con la ciudadanía ni saben responder al bien común. Y este desprestigio, ganado a pulso por ellos, tampoco contribuye al fortalecimiento de un sistema democrático. Mientras los partidos no se democraticen verdaderamente ni se receten a sí mismos las reglas democráticas que pretenden aplicar al Estado, seguirán en caída libre ante el electorado.

A pesar de lo anterior, es interesante que la mayoría de los salvadoreños siga creyendo en la democracia electoral y considere que este es uno de los mejores sistemas de gobierno. Es decir, las convicciones democráticas aún tienen arraigo. Por ello, fortalecerlas debe ser una de los principales objetivos de nuestra sociedad. Un sistema que tolera la corrupción y le ofrece impunidad a quienes la perpetran no es sostenible. Tampoco una democracia incapaz de garantizar seguridad y justicia a sus ciudadanos, incapaz de hacer prevalecer el imperio de la ley. No se puede hablar de democracia cuando a la gente le falta bienestar, educación, salud, empleo, oportunidades de realizar su proyecto de vida.

Para enfrentar estas deficiencias se requiere avanzar hacia un verdadero Estado de derecho, fundamentado en el pleno respeto a los derechos humanos y el goce de los mismos por parte de toda la población. En este sentido, el fortalecimiento de las instituciones debería ser una de las prioridades de todos los partidos políticos. Los bajos niveles de confianza ciudadana en instituciones clave como el sistema judicial, la Asamblea Legislativa y la Presidencia de la República deberían hacer reflexionar a la clase política y llevarla a alcanzar los acuerdos necesarios para realizar los cambios que la población espera.

Por otra parte, las próximas elecciones suponen nuevos problemas técnicos y retos que pondrán a prueba la capacidad del Tribunal Supremo Electoral. En primer lugar, los cambios introducidos en la legislación, en especial la despartidización de los organismos electorales, desde el mismo Tribunal hasta las Juntas Receptoras de Votos, requieren implementar un proceso organizativo y formativo que será clave para el buen funcionamiento de los comicios. También deberá estar bien resuelto y de manera totalmente transparente el conteo de los votos, complejo de por sí por la introducción de la elección cruzada y por rostro, y por el empeño en fraccionar el voto. No deben repetirse los problemas de la última elección legislativa.

El mal ejemplo que ha dado el Tribunal Supremo Electoral en Honduras deja clara la importancia de contar con un organismo independiente, con capacidad técnica y credibilidad. Nada de lo ocurrido en el vecino país es aceptable en una democracia. Y nuestro Tribunal Supremo Electoral debe tomar nota atenta de ello para evitar un descalabro semejante. Es fundamental, pues, evitar la mezcla explosiva de una democracia que no ofrece lo fundamental a toda la población y que falla en garantizar el respeto a la ley, y un proceso electoral sin garantías técnicas ni credibilidad. De los efectos funestos de la confluencia de ambas cosas tenemos hoy una muestra al otro lado de nuestras fronteras.

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Anónimo
11/12/2017
15:13 pm
Veo como una señal positiva que los hondureños quieran deshacerse del bipartidismo, que por muchos años ha robado las ilusiones de los hondureños por una vida mejor. Ganaban los liberales, peor; ganaban los nacionalistas, mucho peor. De manera personal, yo veo bipartidismo también en El Salvador, e irónicamente también nosotros queremos deshacernos de esos dos partidos, demostrándose esto que en todas las encuestas la población ya no quiere votar por ninguno de esos partidos y lo hacen en grandes porcentajes. La democracia del país se podría dañar si los que han manifestado su rechazo a ambos partidos deciden no asistir a votar o anulan los votos. Esto se agrava al conocerse que los partidos van tras doce millones de dólares de la deuda política, y como cada voto vale aproximadamente $2.80, se crearía problemas a los partidos al no votar o anular el voto, sin importarles que debemos creer en la democracia electoral. Ojalá que eso no suceda.
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Anónimo
08/12/2017
09:18 am
Resulta, El zorro que lo que nosotros tenemos no es \"Democracia.\" Nosotros tenemos un \"sistema de gobierno representativo.\" los creadores de este sistema decían que la democracia griega era lo opuesta a esto. Puedes buscar un video en youtube en el que dejo una explicación más clara. Nos han engañado diciendo que tenemos democracias pero la verdad es que nunca retomamos la verdadera democracia ateniense la cual sí que funcionaba y era muy diferente a lo que tenemos en el país. Video: https://www.youtube.com/watch?v=k8vVEbCquMw
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Anónimo
07/12/2017
16:34 pm
No queremos ir a votar porque ya descubrimos que las elecciones no resuelven los problemas reales del país. Las diputaciones y las alcaldías son solo una oportunidad de enriquecerse de la clase política corrupta.
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Anónimo
07/12/2017
09:45 am
Creo que hace mas de 4000 años los griegos crearon la democracia, ya es tiempo de crear un sistema distinto, que permita resolver los problemas reales, no es posible que el ser humano, no evolucione un atomo y siga en mas de lo mismo, defendiendo sistemas obsoletos. inventemos aunque sea la chuchocracia.
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Anónimo
06/12/2017
10:42 am
Creo que es importante en estos casos distinguir democracia de nuestros sistemas de gobiernos representativos a los que erróneamente hemos llamado democracias durante los últimos 200 años. La democracia la definimos como la: \"Forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos\". Por el contrario quienes establecieron los sistemas representativos tras la revolución francesa fueron muy claros diciendo que la democracia de hecho es contraria a este sistema, nosotros simplemente adoptamos el nombre. Creo que el problema está en el sistema al que erróneamente llamamos democracia y que nos ha demostrado fomentar la creación de políticos mediocres, además en nuestro sistema el pueblo no ejerce el poder, lo cede y eso es algo que ya se hacía durante la monarquía cuando los reyes ponían representantes que les asesoraran. Creo que falta un estudio más profundo y empezar a preguntarnos si simplemente votar y elegir líderes que no nos representan es lo...
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