Respetable Rector, honorables integrantes de la mesa de honor, catedráticos, familiares, amigos y, especialmente, compañeros graduados, es para mí un honor estar frente a ustedes compartiendo estas palabras para celebrar que concluimos el primer peldaño de nuestros estudios universitarios y recibimos este título, en el que vemos reflejados todos estos años de esfuerzo y dedicación, llenos de un sinfín de emociones, decisiones, momentos y personas que marcaron nuestras vidas.
Al llegar este día y revisar lo vivido, tengo la fortuna de recordar estos casi seis años con gratitud, principalmente por haber tenido acceso a estudios superiores en un país donde la educación es un lujo, además de sentir un gran orgullo por convertirme en una profesional formada en la UCA, sintiéndome comprometida a utilizar, desde mi profesión, los conocimientos adquiridos para contribuir a la transformación social de nuestro país.
En primer lugar, quiero darle gracias a Dios, quien ha llenado nuestras vidas y las de nuestras familias de bendiciones, acompañándonos y dándonos la fortaleza para enfrentar las adversidades, poniendo los medios para que pudiéramos alcanzar esta meta. Agradecemos a nuestros padres por su trabajo y esfuerzo; a pesar de todas las dificultades, siempre dieron prioridad a nuestros estudios y los de nuestras hermanas y hermanos. Gracias a nuestras mamás, quienes siempre estuvieron apoyándonos, protegiéndonos y consintiéndonos. A ellas, que compartieron con nosotros las noches de desvelo, algunas veces porque las risas y pláticas de nuestros amigos mientras estudiábamos en casa no las dejaban dormir, otras porque eran ellas quienes nos despertaban en medio de la madrugada para que pudiéramos seguir estudiando y otras porque su preocupación de madre no las dejaba dormir hasta estar seguras de que estuviéramos en casa.
Agradezco a mis hermanas, porque creyeron en mí y porque siempre me han animado a seguir adelante. Gracias también a mis compañeros de tesis que compartieron este último esfuerzo conmigo. A pesar de las dificultades que enfrentamos, salimos adelante y logramos dar este paso juntos. Aunque por momentos quisimos tirar la toalla, hoy tenemos la oportunidad de celebrar este logro.
Gracias a todos los catedráticos por la dedicación y entrega en cada una de sus clases, por compartir con nosotros no solo conocimiento, sino también experiencias de vida; por abrir nuestras mentes y prepararnos para pensar siempre con una actitud crítica y propositiva; y por animarnos a dar nuestro mejor esfuerzo.
Muchos recuerdos de estos años de vida universitaria vienen a mi mente. Recuerdos de emociones y experiencias invaluables, de alegría tras cada materia aprobada, alguna discusión con nuestros compañeros, angustias y nervios antes de cada parcial, numerosas noches de desvelo, tranquilidad al fin de cada ciclo... tantas anécdotas que guardamos con mucho cariño en nuestras mentes y corazones.
El camino no fue fácil, y no me refiero solo al ámbito académico. En este proceso, nos encontramos con momentos de duda en los que no sabíamos si estábamos estudiando la carrera correcta; llegamos a dudar incluso de nuestras capacidades y de nuestro potencial. Hubo momentos de mucha presión en los que creímos que no lo lograríamos. Tuvimos que tomar decisiones importantes que definieron nuestro rumbo. Pero no nos dimos por vencidos, seguimos luchando con la ayuda de nuestras familias y amigos por el sueño que cada uno deseaba alcanzar, y este día escribiremos un nuevo capítulo en la historia de nuestras vidas.
"Entramos para aprender, salimos para servir". Esta frase de san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, expresa muy bien nuestra experiencia universitaria. Luego de cinco o más años de aprendizaje tanto en el aula como en nuestra vida personal, llegó el momento de comenzar a poner nuestro conocimiento, dones y talentos al servicio de esta sociedad tan necesitada de nuevas ideas. Es hora de aportar nuestra creatividad en un mundo cambiante que cada día nos exige más. Es momento de tener una presencia activa y efectiva en una realidad llena de conflictos económicos, sociales, políticos, ambientales y culturales, llena de exclusión e injusticia. En un mundo que gira alrededor del individuo y de los intereses personales y no de la sociedad, tenemos la obligación, como profesionales y como humanos, de buscar y proponer soluciones con una opción preferencial por los más desfavorecidos,
Para muchos, la vida profesional recién comienza; para otros, es una oportunidad de buscar nuevas experiencias. Pero lo que no debemos olvidar es que no importa el trabajo que realicemos, debemos hacerlo con dignidad y con pasión, que sean nuestros méritos profesionales los que nos abran las puertas, no nos olvidemos de los principios y valores de solidaridad, justicia, honestidad y ética que esta universidad nos inculcó.
El título que recibimos este día, si bien nos abre posibilidades, no nos asegura nada. Solo nuestro esfuerzo y dedicación como profesionales responsables, humildes y con verdadero deseo de superación nos permitirán alcanzar nuestros sueños y seguir cosechando éxitos. No importa el camino que sigamos, lo importante es que desde el inicio pongamos nuestro mejor esfuerzo, incentivados no solo por una remuneración económica, sino por la satisfacción de ser los mejores profesionales que podamos.
Compañeros y compañeras, nos enfrentamos a un gran compromiso con nuestro país y con nosotros mismos. Llegó el momento de volar y demostrar a todos los que creyeron y apostaron por nosotros que somos capaces de dar frutos y seguir cosechando éxitos, siempre fieles a nuestras creencias y sin abandonar la esperanza de que un mundo mejor es posible. Felicidades a cada uno de ustedes por haber culminado esta etapa, pero el camino no acaba aquí: debemos seguir alimentando nuestra mente y nuestro espíritu con nuevas ideas, sueños y experiencias, porque, como decía el padre Javier Ibisate, este día obtenemos solo una licencia para aprender.