Discurso del representante de los graduados de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

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Honorables rector y autoridades que presiden la mesa de honor, estimados catedráticos, queridos compañeros y compañeras, familiares y amigos, tengan todos y todas muy buenos días en esta ocasión especial. Es un honor para mí poder dirigirme, en nombre de nuestros compañeros, a todos los que nos acompañan en esta mañana, que marca el fin de una increíble jornada y el inicio de otra.

Quiero agradecer a Dios por guiar nuestras vidas; a mis padres, a todos los padres, a mi esposa e hijo, y demás familiares y amigos que nos acompañan en este emocionante momento. A la UCA, porque abrió sus aulas para nosotros; a los profesores y profesoras que nos han apoyado en esta larga travesía. Sin duda, todos ustedes nos han apoyado de manera emocional, financiera y técnica a culminar nuestro desarrollo profesional con la celebración de este día.

Las jornadas de desvelo para estudiar, cumplir con trabajos y exámenes han concluido. Pero esto no es más que el inicio de una nueva etapa. Sé que el primer día de clase en el que nos podíamos asegurar de haber inscrito materias con nuestros amigos y grupos de trabajo era gratificante, pero nunca hubo nada mejor durante nuestra época de estudiantes que el alivio después del último parcial de cada semestre. Y aún más, ¡escuchar que nuestro trabajo de graduación fue aprobado!

Estos han sido, hasta hoy, los cinco años más intensos de mi vida. Llevar en un par de ciclos cinco materias y trabajar a tiempo completo toda la carrera, como muchos de ustedes, fue una agotadora pero muy gratificante experiencia. Recuerdo los desvelos haciendo tareas con compañeros en varias ocasiones. Siempre era el primero en caer derrotado por el sueño y admiraba a aquellos que podían hacer guardia la noche entera. Recuerdo, como muchos de ustedes, las matemáticas con Liborio, la Contabilidad de Ana del Socorro, el Mercadeo de Zablah y la Dirección Estratégica de Bernardo, entre muchos otros. Y creo que todos nos enorgullecemos de haber aprendido bajo la guía de verdaderos profesionales. También el ejemplo de vida de los mártires jesuitas de la UCA ha sido una constante que dejó huella en nuestras vidas.

Muchas veces escuché a compañeros de último año hablar sobre cómo cambiarían sus vidas al convertirse en profesionales. Y eso me lleva a preguntarnos: ¿qué significa en realidad ser un profesional? ¿Somos profesionales solo porque poseemos un cartón que lo dice? Según la Real Academia de la Lengua Española, un profesional es una "persona que ejerce su profesión con relevante capacidad y aplicación". Esto podría parecer una tautología, pero no lo es.

El título no es más que la celebración de nuestra graduación. Somos profesionales por los conocimientos y habilidades obtenidos durante este camino. Pero no es el fin del proceso, sino ejercer en nuestra área de formación lo que nos concede el rango de profesionales. Es decir, somos producto del camino recorrido, no solamente del hecho de haber llegado a esa meta. Y es esa calidad la que nos debe impulsar a mantenernos informados y en contacto con la coyuntura nacional e internacional, y a continuar con nuestra formación académica.

Existe una amplia oferta de doctorados, maestrías, diplomados y cursos libres que nos permitirá mantener el título de "profesionales" en el transcurso de los años. Los exhorto a todos a continuar desarrollándose profesionalmente. Saber inglés, por ejemplo, no es una ventaja competitiva en el mercado laboral actual, es una necesidad. Y de la misma manera que esta necesidad no existía como tal hace 20 años, durante los próximos 10 o 20 años surgirán nuevas necesidades de formación, a las cuales tendremos que responder para reencauzar nuestro desarrollo profesional.

Quisiera también alentarlos a convertirse en empresarios. No lo digo desde las alturas de un empresario exitoso, sino como uno en formación, enfrentado a las dificultades de rigor. Las pequeñas y medianas empresas son el verdadero motor de la economía nacional. Tenemos la posibilidad de contribuir al desarrollo socioeconómico de nuestro país creando valor y trabajos dignos para otros profesionales. Será en dichos emprendimientos donde decidiremos si queremos hacer una diferencia o simplemente acomodarnos al status quo.

Fallo en recordar el nombre del autor de una inspiradora idea, publicada hace varios meses en un medio de prensa, pero la parafraseo para ustedes: la universidad no nos ha dado manuales de acción, nos ha brindado esquemas teóricos y prácticos que nos permiten desarrollar una lista de pasos de acción. Su autor se entristecía al escuchar a estudiantes universitarios quejarse de que los conocimientos aprendidos no podían ser aplicados en la realidad salvadoreña. Un ejemplo podría ayudarnos a comprender la falacia de dicha queja. Los datos para calcular la demanda real de la leche en un determinado municipio pueden ser diferentes a los datos para estimar la demanda de pasta de dientes en otro, pero nuestro valor agregado radica en poder reconocer qué datos tenemos que aplicar en cada caso; y de no poseer los datos, en saber cómo conseguirlos, en saber cómo utilizar los esquemas que aquí hemos aprendido. ¡Eso es ser un verdadero profesional! Sé que todos los graduados aquí presentes lo somos.

Espero que nuestros pasos se vuelvan a cruzar; les deseo éxito a todos ustedes, compañeros y compañeras, y a los familiares y amigos que nos acompañan en los diferentes ámbitos de nuestras vidas. ¡Infinitas felicidades a todos y todas!

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