El Salvador del Mundo

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Radio YSUCA
03/08/2009

Estamos a punto de celebrar las fiestas titulares de la ciudad capital en honor al Divino Salvador del Mundo. La centralidad la tiene Jesús de Nazaret bajo el título de "Salvador del mundo". Se hace necesario, entonces, reflexionar sobre lo que puede significar para nuestra vidas y para el país esa forma de reconocimiento y confesión en torno a Jesús.

Para ello, ofrecemos un comentario del conocido teólogo José Antonio Pagola. Él expresa lo siguiente:

¿Quién decís que soy yo? Todos los evangelistas sinópticos recogen esta pregunta dirigida por Jesús a sus discípulos en la región de Cesarea de Filipo.
Para los primeros cristianos era muy importante recordar una y otra vez a quién estaban siguiendo, cómo estaban colaborando en su proyecto y por quién estaban arriesgando su vida.

Cuando nosotros escuchamos hoy esta pregunta, tendemos a pronunciar las fórmulas que ha ido acuñando el cristianismo a lo largo de los siglos: Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, el Salvador del mundo, el Redentor de la humanidad... ¿Basta pronunciar estas palabras para convertirnos en "seguidores" de Jesús?

Por desgracia, se trata con frecuencia de fórmulas aprendidas a una edad infantil, aceptadas de manera mecánica, repetidas de forma ligera, y afirmadas más que vividas.

Confesamos a Jesús por costumbre, por piedad o por disciplina, pero vivimos sin captar la originalidad de su vida, sin escuchar la novedad de su llamada, sin dejarnos atraer por su amor misterioso, sin contagiarnos de su libertad, sin esforzarnos en seguir su trayectoria.

Lo adoramos como "Dios" pero no es el centro de nuestra vida. Lo confesamos como "Señor" pero vivimos de espaldas a su proyecto, sin saber muy bien cómo era y qué quería. Le decimos "Maestro" pero no vivimos motivados por lo que motivaba su vida. Vivimos como miembros de una religión, pero no somos discípulos de Jesús.

Paradójicamente, la "ortodoxia" de nuestras fórmulas doctrinales nos puede dar seguridad, dispensándonos al mismo tiempo de un encuentro vivo con Jesús. Hay cristianos muy "ortodoxos" que viven una religiosidad instintiva pero no conocen por experiencia lo que es nutrirse de Jesús. Se sienten "propietarios" de la fe, alardean incluso de su ortodoxia, pero no conocen el dinamismo del Espíritu de Cristo.

No nos hemos de engañar. Cada uno hemos de ponernos ante Jesús, dejarnos mirar directamente por él y escuchar desde el fondo de nuestro ser sus palabras: ¿quién soy yo realmente para vosotros? A esta pregunta se responde con la vida más que con palabras sublimes.

Hasta aquí el comentario de Pagola. Esperamos que las ideas planteadas en su reflexión sirvan para que la fiesta del Divino Salvador no se quede en la solemnidad o en una tradición sin vida, sino que toque el corazón de todos los salvadoreños y salvadoreñas.

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