La nueva política migratoria de los Estados Unidos

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Proceso
15/04/2021

“Pres @nayibbukele lo dejaré más claro. Este es el resultado de dictadores narcisistas como tu interesados en ser 'cool' mientras la gente huye por los miles y muere por los cientos. Envíame un par de anteojos para que pueda ver el sufrimiento de tu gente a través de tus ojos”.
Congresista Norma Torres
Tuit del 1 de abril del 2021


Con la nueva administración del presidente Biden parece que habrá un cambio importante en la política migratoria de los Estados Unidos con relación a la migración irregular de personas procedentes del llamado Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras). Esta política migratoria apuntaría en dos direcciones: la primera, en mejorar las condiciones económicas y sociales actuales de estos países y, la segunda, en la cooperación de los Estados Unidos con estos países para controlar y manejar la inmigración irregular.

De las declaraciones de Ricardo Zúñiga, enviado especial para el Triángulo Norte del Departamento de Estado, recogidas en la prensa internacional, se obtienen más elementos de esta nueva política migratoria: el combate a la corrupción y la impunidad en estos países y el cumplimiento de la carta democrática de la OEA y de las funciones de un Estado democrático. Dijo Zúñiga: “Nuestro objetivo es trabajar con el pueblo de Centroamérica para crear un inmigración segura y legal. ¿Qué podemos hacer para establecer condiciones viables y favorables para el crecimiento económico y social para atender a las dinámicas que han impulsado el flujo inmigratorio?” y, luego, aseguró que la corrupción e impunidad de los gobiernos de esta región desaniman a la población y contribuyen a la sensación de que no tienen futuro en sus países: “Cuando hablamos del costo de la corrupción, no nos referimos solo al dinero. Se trata del pleno cumplimiento con la Carta Democrática y las funciones de un Estado democrático ante sus ciudadanos, y nos referimos a todas las consecuencias que ocasiona la ausencia de fondos públicos en el tejido social. Estas consecuencias impactan de manera desproporcionada a la población más vulnerable, a hombres y mujeres que emigran a otro país en una búsqueda desesperada por sobrevivir”.

Ya antes de la visita de Zúñiga a El Salvador, la congresista Norma Torres había intercambiado tuits con Nayib Bukele que le indicaban que la migración irregular sería una prioridad de la política migratoria de los Estados Unidos y que, de acuerdo a ellos, Bukele estaba tratando el tema con la seriedad requerida: “Pres @nayibbukele lo dejaré más claro. Este es el resultado de dictadores narcisistas como tu interesados en ser “cool” mientras la gente huye por los miles y muere por los cientos. Envíame un par de anteojos para que pueda ver el sufrimiento de tu gente a través de tus ojos”. El tuit de la congresista Torres estaba acompañado de una fotografía de un padre y su hijo salvadoreños muertos en el cruce del Río Bravo en Tamaulipas Bukele, como reacción, envió a su ejército de trolls informáticos a atacar a la congresista por las redes sociales y de manera incontrolada pidió en un tuit a los latinos del distrito 35 de California no votar por la congresista en próximas elecciones. En las semanas siguientes, Bukele se negó a reunirse con el enviado especial Ricardo Zúñiga, mientras este se encontraba de visita en el país, por lo que el presidente perdió una oportunidad importante para incidir en la política migratoria de los Estados Unidos que se encuentra en desarrollo y construcción.

Pero, ¿Qué podemos esperar de la política migratoria de los Estados Unidos? Para entender y comprender la migración irregular es necesario considerar al menos dos procesos que inciden en ella: el primero, se refiere al fenómeno de la migración internacional donde la globalización de la Economía mundial ha acelerado los flujos migratorios en distintas zonas geográficas del planeta lo que ha ocasionado muertes y desaparecidos, principalmente en el Mediterráneo (el más crítico), en el norte de África y en la frontera sur entre México y los Estados Unidos. En este fenómeno global poco podemos incidir como país. Y el segundo proceso es la política migratoria de los Estados Unidos sobre la cual, hasta ahora, hay señales de que podríamos incidir. En todo caso, siempre es bueno revisar dicha política para saber dónde estamos parados y conocer qué efectos ha tenido en el flujo de migrantes del Triángulo Norte.

Veamos un poco de historia al respecto. En 1993, con la llegada de Bill Clinton a la presidencia de los Estados Unidos se produjo un cambio importante en los flujos migratorios de la frontera sur debido a la implementación de los programas Operación Bloqueo (Hold-the-Line), Operación Guardián (Gatekeeper), Operación Salvaguarda (Safeguard) y Operación Río Grande (Río Grande) que desviaron los flujos de migrantes que, luego de cruzar principalmente por los centros urbanos de la frontera sur de EEUU, empezaron a cruzar por zonas desérticas y deshabitadas principalmente en la zona desértica de Arizona.

Estos programas incluyeron el incremento de los agentes de la patrulla fronteriza y la instalación de tecnología para captar el flujo de personas de forma clandestina. Luego, durante los gobiernos de Bush y Obama se duplicó el personal de la patrulla fronteriza y Bush amplió las cercas (muro) para cubrir un tercio de la frontera. Asimismo, el gobierno de Obama deportó a más de 2 millones de inmigrantes indocumentados.

Estas medidas se profundizaron durante la presidencia de Donald Trump que incluso presionó a México para que enviara guardias a su frontera sur con el Triángulo Norte. Con Trump también se continuó con la construcción del muro de la frontera sur de EEUU, se incrementaron las patrullas fronterizas, incluyendo las de México en su frontera sur, y se aplicó una política racista y xenofóbica en contra de la población de origen hispano.

Estas acciones de la política migratoria de los Estados Unidos produjeron al menos tres resultados: 1) se incrementó la cantidad de migrantes muertos durante el intento de cruce de la frontera (más de 400, anualmente); 2) aumentó el uso y los costos de los traficantes de indocumentados -llamados “coyotes” y “polleros”-; por ejemplo a un salvadoreño,actualmente, le cuesta entre 10 o 12 mil dólares migrar a los Estados Unidos y; 3) se disminuyeron las detenciones de migrantes indocumentados en el lado de los Estados Unidos (a menos de 400 mil al año).

Entre todo ese contexto, la tragedia humana de los migrantes ha ido en aumento, como se puede desprender de la tendencia de crecimiento del número de personas que han fallecido mientras intentaban cruzar la frontera. En consecuencia, algo que desde la región centroamericana se podría presionar es que la nueva política migratoria de los Estados Unidos tenga un enfoque de protección de derechos humanos y de no criminalización hacia los migrantes de origen latino, como lo promovió reiteradamente el expresidente Trump.


* Artículo publicado en el boletín Proceso N.° 40.

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