“Procuraré que cada instante se comparen los actos de mi reinado con los de los gobiernos anteriores. Será la mejor manera de hacer resaltar mis aciertos y de que obtengan el merecido reconocimiento [...] De este modo trataremos de crear, contra los regímenes que antecedieron al mío, una especie de antipatía, hasta de aversión, lo que terminará por resultar irreparable como una expiación”
Maquiavelo
La lucha electoral del próximo 28 de febrero estará marcada por la consolidación de dos procesos dentro del sistema de partidos salvadoreños: el reacomodo de los partidos de derecha (Nuevas Ideas, GANA, y Arena, principalmente), ya que todo apunta a que Arena será desplazada por Nuevas Ideas (NI) como primera fuerza política, y el afianzamiento de NI como un partido de derecha con amplia representación en la Asamblea Legislativa. Por supuesto, se espera también que el FMLN reduzca su fuerza electoral actual. Además, dado que la competencia electoral estará centrada en los partidos de derecha, el FMLN no solo perderá fuerza electoral, sino que también perderá posibilidades de construir coaliciones con el resto de partidos. Como se ha visto, los datos de las encuestas favorecen ampliamente al partido NI. La pregunta entonces es: ¿A qué le teme Bukele si los datos le son favorables? Sus temores no son gratuitos y obedecen a algunos aspectos que le quitan el sueño: Bukele espera una votación masiva de sus seguidores; sin embargo, los datos de las encuestas indican que la participación electoral será baja. Por ello, el gasto en propaganda política de NI es desproporcionado e invasivo en los hogares de los salvadoreños (principalmente por la TV) y Bukele incluso ha tratado de sacar ventaja electoral hasta con la llegada de las vacunas para contener la pandemia de covid-19.
Por otro lado, si bien Bukele ha sido exitoso en posicionar a NI como el partido de preferencia para muchos votantes (según se recoge de las encuestas), tanto el momento de elegir votar por un partido y el de movilizarse a votar dependen exclusivamente de las predisposiciones internas de las personas. Bukele poco puede hacer en esas decisiones. Veamos en detalle estos aspectos en los siguientes párrafos.
La participación electoral
La participación electoral en El Salvador ha sido estructuralmente baja con un máximo de 64% de votantes del padrón electoral, alcanzado en la elección presidencial de Antonio Saca en 2004. Por su parte, las elecciones legislativas y municipales han alcanzado, en promedio, un poco más del 50% de participación electoral. Como ejemplo, durante la elección presidencial del 2009 se alcanzó la segunda participación electoral más alta del país (61%) de los últimos 30 años y la población, para esa elección, mostró un interés por ir a votar del 84.7%. Además, la ciudadanía manifestó un interés por la política del 41.4%. Ahora, según la última encuesta del Iudop de febrero de 2021, el interés de los encuestados por asistir a votar el próximo 28 de febrero es del 71% y el interés por la política es del 38.4%. Ambos indicadores están por debajo de los resultados de las encuestas del Iudop del 2009. Con estos datos, y dado que las elecciones se darán en el contexto de pandemia de covid-19, se puede esperar que el 28 de febrero se tendrá nuevamente una baja participación electoral que podría oscilar entre el 50 y 55% del total de personas habilitadas para votar. Es decir, lo más probable es que no habrá voto masivo, como lo pide NI, por medio de la campaña de movilización “Voto masivo mata fraude”.
El comportamiento electoral
Consideremos ahora el comportamiento electoral. Uno de los temas de estudio de la Ciencia Política, desde los años 50, trata sobre dos preguntas: (1) ¿Cómo es que la población toma la decisión de ir a votar? y (2) ¿Por qué la gente vota a un partido en particular? La primera pregunta se relaciona con el fenómeno conocido como “la paradoja del votante” el cual se define a continuación: si cada votante tiene un impacto despreciable en el resultado final de la elección, ya que dispone de un solo voto ¿Qué hace que muchas personas hagan el tiempo y el esfuerzo para ir a votar?
En el campo electoral, lo anterior se logra con la movilización de electores y se realiza a través de mensajes ideológicos -diseñados por los encargados de manejar las campañas electorales de los partidos- que actúan como palancas que mueven a las personas a la acción política. Como lo expresa claramente Giovani Sartori: “la ideología es el instrumento crucial a disposición de las élites [políticas] con objeto de manipular y movilizar a las masas”.
La segunda pregunta se puede responder a través de tres momentos: (a) la formación de las preferencias por un partido, (b) la elección del partido por el cual votar y (c) la movilización de electores. Este último momento es el más importante ya que tiene que ver con las estrategias que siguen los partidos para hacer que las preferencias partidarias ya construidas se conviertan efectivamente en votos reales, que son los que cuentan para ganar una elección.
Según la última encuesta del Iudop antes citada, el partido Nuevas Ideas ha sido el más exitoso en lograr una preferencia electoral de casi el 70%, es decir, en un año, NI logró duplicar su preferencia electoral. Esto lo logró a través del apoyo de votantes de opinión y clientelares así como de votantes fieles que abandonaron a los partidos Arena y FMLN en franco proceso de desalineamiento partidario. Para ello NI usó los recursos financieros y humanos del gobierno como una especie de “botín” y los puso en función de esta causa (por ejemplo, ha distribuido miles de cajas de alimentos sin rendir cuentas de lo gastado) y desplegó una estrategia de marketing político sencilla pero muy efectiva -en las redes sociales y en los mass media- en la que aplicó muy bien la enseñanza de Maquiavelo: “Procuraré que cada instante se comparen los actos de mi reinado con los de los gobiernos anteriores. Será la mejor manera de hacer resaltar mis aciertos y de que obtengan el merecido reconocimiento [...] De este modo trataremos de crear, contra los regímenes que antecedieron al mío, una especie de antipatía, hasta de aversión, lo que terminará por resultar irreparable como una expiación”.
Un buen ejemplo de esta enseñanza de Maquiavelo se encuentra escrita en las cajas de alimentos repartidas con fines electorales por Bienestar Social que dice: “Este paquete ha sido pagado con tus impuestos. No como en los gobiernos anteriores donde tus impuestos eran robados por presidentes que murieron en arresto domiciliar, están en la cárcel o huyeron y ahora están asilados en Nicaragua”.
A pesar de que NI tiene una alta preferencia electoral, los siguientes dos momentos del comportamiento electoral: elegir el partido a votar y asistir a votar efectivamente (movilización) son momentos que realizan los electores a solas y las encuestas no logran estimar sus resultados. Entonces ¿Qué ocurrirá el 28 de febrero? Esto es algo que preocupa más a NI que a los otros partidos ya que la preferencia partidaria de la ciudadanía podría no traducirse en votos reales equivalentes. Bukele sabe que cada día hay más revelaciones sobre su gobierno, a pesar de que ha hecho de la mentira un estilo de política pública perversa y, también sabe que, en estos dos últimos momentos que faltan del proceso electoral, la gente hace un análisis retrospectivo en el que sitúa y evalúa su vida en los gobiernos anteriores y en el actual. Y lo más probable es que la ciudadanía escoja el partido por el que va a votar de manera estratégica y no emotiva. La encuesta del Iudop expresa que un 15% de los que tienen a NI como partido de preferencia podrían cambiar de opinión antes de la elección.
El gobierno ha mantenido la entrega de paquetes de alimentos hasta estos días como una estrategia de clientelismo político para mantener “la fe de sus creyentes” hasta donde sea posible, pero la gente es inteligente y le puede dar una sorpresa el día de la elección.
NI tampoco está seguro de que logre movilizar a sus potenciales votantes y de que estos efectivamente voten por el partido. A fin de cuentas el voto es secreto. Para superar esta situación, Bukele ha recurrido a la campaña del miedo como estrategia de movilización, muy al estilo de como lo hacía el partido Arena en elecciones pasadas. La campaña de miedo del partido NI con la que pretende mover a sus potenciales electores consiste en dos mensajes: el primero se refiere a un posible fraude en su contra fraguado desde el TSE y organizado por “los mismos de siempre”, de allí su eslogan de que “voto masivo mata fraude”. El segundo mensaje pretende promover la idea de que los diputados quieren darle golpe de Estado al presidente. De allí la urgencia de acudir a votar por NI, sacar a los diputados actuales y poner a los suyos para que “cuiden al presidente”. Ambas estrategias de movilización a través del miedo son débiles y flojas en sus argumentos, pues el TSE ha sido cada vez más profesional - desde los Acuerdos de Paz, no existen rastros mínimos de la ocurrencia de fraude - y su dirección actualmente está a cargo del partido GANA (el aliado principal de NI). También el miedo a un golpe de Estado es absurdo puesto que es el mismo Bukele quien tiene a su disposición a la Fuerza Armada y a la PNC. Al final de cuentas pareciera que el engaño, a través de la mentira y comedia de Bukele, poco a poco se desvanece y de allí surgen sus temores.
* Artículo publicado en el boletín Proceso N.° 34.